sábado, 13 de julio de 2013

Enseñanzas varias

"Cuando tropezar no es una elección y caes de forma constante, a veces merece la pena tumbarse en el suelo un tiempo para recobrar fuerzas".



Al establecer mi piel contacto con el gélido mármol negro, fui notando extraños cambios. Mi temperatura corporal descendía gradualmente hasta igualar la de la superficie sobre la que me hallaba. Me acostumbré poco a poco al frío y noté también que cada vez me mostraba más impasible ante los estímulos externos.

El color negro del mármol se fusionó con mi vista y mi mente, haciéndome percibir las cosas con una gruesa cortina de aquel oscuro color de por medio. La tela me impedía discernir lo que se hallaba tras ella.

Mientras me hallaba desplomada en el suelo, notaba que las cosas buenas venían a pesar de todo, nutriendo al sufrimiento con palabras rebosantes de esperanza. Como consecuencia, la cortina negra dispuesta ante mí iba perdiendo opacidad progresivamente. Comenzaba a vislumbrar todo con nitidez.

Todo el aguante experimentado desembocó en una incorporación firme y carente de tambaleos. Era el turno de que lo ya pasado se viese recompensado con un presente y un futuro mejores.

No me arrepiento de haberme aferrado al dolor, porque al fin y al cabo era lo único que parecía ser firme y real.

Aprendí que el pesimismo es algo así como una persiana bajada por si acaso, que aún así permite que se cuelen las buenas oportunidades en forma de haces de luz por sus rendijas. 

Me di cuenta de que el pesimismo es la mejor terapia para dejar de sufrir por lo malo y para apreciar más lo que realmente vale la pena.

Me percaté de que en la nube del optimismo hace las caídas más dolorosas y las recuperaciones, rápidas e inefectivas. 

Por último, aprendí que vivir de las ilusiones y pensar que todo saldrá bien solamente surte efecto en el mundo ficticio e idílico de nuestras mentes.

martes, 2 de julio de 2013

Canto a la esperanza

Hablo de felices miradas,
de experimentar sueños intangibles,
de realidades previamente insospechadas.

Hablo de emprender una huida,
de dar con remedios posibles,
de buscarle a este callejón su salida.

Hablo de pasados malditos, 
de presentes insufribles,
de futuros inauditos.

Hablo de despertar de los sueños, 
de creer lo increíble,
de apagar mis incendios internos.

Hablo de reírme del miedo,
de vencer lo invencible,
de apuñalar al sufrimiento.

Al fin y al cabo hablo
de alcanzar mis metas,
de vivir lo imposible,
de quererme tal y como sea.